Un contrato de hosting consiste en arrendar un servidor para alojamiento de datos.
El prestador por tanto pone a servicio del cliente una serie de servidores.
Puntos calve:
1.- ¿De cuánto espacio dispongo en el servidor? A más espacio, más pago.
2.- Disponibilidad de acceso a los datos.
3.- Actualización de los contenidos: Lo ideal para el cliente es que se le de acceso a los datos para actualización de los mismos, ya que el prestador, en principio, no tiene la necesidad de conocer qué datos se alojan.
En estos contratos igualmente aplica la responsabilidad relativa a LOPD y LSSI ya comentados.
4.- Garantía y responsabilidades
5.- Asistencia técnica
6.- Recordemos que la responsabilidad por los contenidos corresponde al cliente, no al prestador.